20 de septiembre de 2010

Botamarges 2010: crónica y vídeo





O como a otros les he oído nombrarla: "Noteamarges" o "Trencacames"

Viernes 17, acompañado por mi familia en este fin de semana lúdico-deportivo, ellos se quedan en la Vall de Laguar, en la Casota de Quina, mientras yo voy a recoger el dorsal a Forna. Una vez allí, aprovecho y le hago una foto al castillo, elevado sobre lo que entonces me parece una pequeña loma junto al pueblo, sin imaginarme que al día siguiente, esa última loma me iba a parecer interminable, la última ascensión antes de la ansiada meta.
Y es que si algo aprendes pronto en la Botamarges, pese a llevar sólo dos ediciones, es que la carrera empieza cuando llegas a Benirrama, y no termina hasta que ves el castillo de Forna.

El sábado bien temprano, tras haber dormido poco, supongo que como el resto de los casi 300 inscritos, nos juntamos en la plaza de Forna, con los frontales preparados para salir a las 6 de la mañana. Antes de la salida da tiempo a saludar y conversar con un montón de caras conocidas, que carrera tras carrera van convirtiéndose en más que eso (vienen Mónica con su amigo Luis con el tiempo justo desde Valencia, Pasqui y otros compañeros desde Alicante, compañeros de Atotrapo, incluso otro neurólogo desde Cartagena!!). Y empieza la carrera.
Los 10 primeros kilómetros hasta llegar a Villalonga se hacen muy divertidos, de noche, formando hileras de luciérnagas que suben y bajan, pasando por el Pla de la Bassa Roja, con un tramo de descenso tan empinado que hasta han colocado una cuerda. Voy alegre de ritmo...y luego lo voy a pagar.
Tras el avituallamiento de Villalonga, alcanzaremos la ruta verde del Serpis, un bonito y divertido tramo, casi llaneando, cruzando los tubos sobre el río y atravesando varios túneles, hasta que nos topamos de repente con la subida a la Safor. Todo un km vertical, de subida, y de bajada, con tramos muy técnicos, de mucha pendiente, resbaladizos, para cumplir casi con los primeros 30 km. En este momento, casi en el ecuador de la carrera, los cuádriceps ya me dolían en las bajadas y tenía la sensación de que me había pasado. Algo parecido le pasaría a Mónica, que alcancé iniciando el descenso de la Safor, casi cojeando y que tuvo que quedarse en el control de la Font dels Olbits porque no podía con el dolor de la rodilla (espero te recuperes bien y nos veamos en Espadán). A partir de aquí, mi pequeño calvario hasta llegar a Benirrama: el sol picando, el terreno más abierto, pocas sombras, con tramos de pista asfaltada, una bajada técnica hasta la cota de Benirrama y después un km por la rambla llena de cantos rodados dónde creía que me daba algo. Pero por fin llegas al avituallamiento de Benirrama, te refrescas, comes algo, miembros de la organización y vecinos del pueblo te muestran su apoyo, y pensando en que sólo quedan unos 20 km, continúas adelante.
Pero este último tramo sin duda es el que se hace más duro. Primero toca subir al alto de Benirrama. Pese a llevar los bastones, sucesivamente me van adelantando compañeros porque no puedo ir más rápido; no sé que pasa pero en las subidas me quedo clavado. Luego en la bajada, que primero se dirige hacia el Castillo de Gallinera por un sendero rápido, mejoran mis sensaciones y consigo coger más ritmo y adelantar a varios, pero dura poco. Llego a Adzuvia manteniendo el trote gracias a que me uno a un fantástico quinteto de Gandía (Sepia, Ñu, Mussol, Polp y... no me acuerdo del quinto). Pero después de este penúltimo avituallamiento, nada más salir nos topamos de frente con una empinadísima subida donde nuevamente me quedo anclado y con mucha dificultad consigo subir. Ya me quedan pocas fuerzas para trotar un poco por el barranco que conduce a la última subida, de nuevo corta pero con mucho desnivel, para alcanzar el último avituallamiento en Canteres. Desde allí, andando hasta el Castillo. Y ya me dejo caer trotando al pueblo, porque aunque estoy totalmente agotado, siempre queda ese poquito de pundonor para entrar con algo de dignidad a meta. Entro cogido de la mano de Pau y Nico. El resto de familia aplaude junto a la meta.

Al final, 11 horas y 6 minutos. Satisfecho. Agotado.

Como llegamos con cuentagotas, no hay cola en las camillas de masaje y consigo tumbarme en una; qué sufrimiento más placentero cuando te chafan los cuádriceps después de una carrera.

Enhorabuena a los organizadores, a todos los que colaboraron (voluntarios de los avituallamientos, protección civil, masajistas, los de la barbacoa, las que servían en la barra...todos) y espero podamos vernos el año próximo.


· Enlaces relacionados:
· Web oficial de la carrera.
· Crónica en Atotrapo.
· Crónica de Bitácora de un pez.
· Clasificación y fotos en conxip.com
· Alojamiento rural muy recomendable en Vall de Laguar: lacasota.com


4 comentarios:

andreu dijo...

espectacular!

muy chulo el video.

Lo de pasar por esos tubos parece que acojona un poco, no?

animen!!!

Anónimo dijo...

P'a lo que queda uno despues de esa carrera. Tienes que entrar con Pau y Nico................y a ellos se les ve frescos. Pero a ti no se te nota el cansancio. Lo que se te nota es, esa felicidad que te producen esos dos personajillos.
Animo y sigue asi.
Empiezas a parecerte a Fores

Uno de Riaza.

Miquel Castellà dijo...

Eiii Michel!!!! Soy el Polp, el de la Botamarges. jejejejeje

No se como coño he ido a para a tu blog pero a sido todo una suerte encontrarte por aquí. Así que voy a agregarte a mi blog para no perder tu rastro...

Por cierto, muy buena la crónica. Te dejo la mía:
http://running-cross.blogspot.com/2010/09/forna-botamarges-2010.html

Hasta muy pronto...

Miquel Castellà dijo...

Mi hermano la Sepia y yo nos estamos planteando ir a la Espadán. A ver si nos vemos y compartimos algunos kilómetros por allí.