12 de septiembre de 2010

PRUEBA DE ESFUERZO

"En casa de herrero, cuchillo de palo"
Ya era hora, al final me decidí a realizarme una prueba de esfuerzo. No pasaba nada, no había ninguna molestia, ninguna mala sensación... pero es que no es necesario tenerlas para que sea conveniente realizarla. La conversación con Pasqui antes de la Trail Aneto fue definitiva para que al final me decidiera.

¿Por qué hacerte una prueba si llevas ya algunos años corriendo por el monte, y encima largas distancias?
Por dos motivos sobre todo:
  1. Porque eso no te descarta nada. Aunque tampoco lo hace completamente una prueba de esfuerzo. Pero al menos, ya sabes que el corazón, eléctricamente (lo que vemos en un EKG de superficie) se comporta de forma normal en reposo y conforme le vas metiendo caña. Ya es algo.
  2. Porque te ayudará a mejorar tu entrenamiento diseñándote un plan específico de entrenamiento en base a tus umbrales aeróbico y anaeróbico.
Y esto último es fundamental en mi caso. Ya hace tiempo había notado que estaba estancando en mi rendimiento; cierto que estoy aumentando las distancias de las carreras, pero al mismo ritmo de siempre: las subidas casi siempre andando, y en los tramos trotadores, pues eso, a trotar. Y es que me creía que yendo a 150 de media trabajaba en aeróbico, y no debía pasarme mucho rato de 170 porque estaba en anaeróbico. Nada más lejos de mi realidad. O trabajo en la zona de 175-190 o poco avanzaré en este aspecto. Otras falacias que caen es eso de FC max=220-edad. En mi caso he llegado de máximo a 194, y os aseguro que los 26 años los disfruté hace tiempo.

Resumiendo, que si eres de los que tira al monte a hacer kms como yo, te recomiendo si tienes ocasión, realizarte una prueba basal al menos. Lo ideal ya sería alguna otra más adelante para comprobar los avances tras un plan de entrenamiento personalizado, pero esto ya es otra historia.

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1 comentario:

andreu dijo...

cuanta razón tienes, ahora a buscar el límite!!!!