4 de febrero de 2011

Hoy lo he probado.

Tras la jornada de descanso de ayer, en la que mi cintilla y alrededores me siguen llenando de sensaciones, y no siempre agradables, hoy tocaba nuevo trote, sin grandes pretensiones.
La idea: llanear, a buen ritmo, intentando centrarme en la pisada, como dicen mis amigos, intentando olvidarme de la rodilla. Y en esas iba hasta que al alcanzar los 8 kilómetros me he encontrado con la pista de tierra de inicio de la Goleta, además con arena recién puesta. Por un momento he pensado que Pez y Jesús habían pasado antes por allí y me lo habían dejado todo preparado para que surgiera el momento.

Así que sin pensarlo dos veces, me las he quitado, y he comenzado a correr.
Me ha costado mucho menos de lo que pensaba. En realidad, no me ha costado. Ha sido todo muy fácil. Las sensaciones, ahora positivas, se han trasladado a los pies, y han sido los únicos metros de carrera en los que no he pensado en la rodilla.
Han sido sólo 670 metros hasta casa: tierra, arena, asfalto, adoquín y cesped de la urba.
Sin duda repetiré la experiencia

4 comentarios:

andreu dijo...

bien michel, bien.

me hubiese encantado verte como un niño "sin" zapatos nuevos.

MANOLI CXM dijo...

Recuerdo a finales del verano del 2009 tras una cena en el barrio del Carmen con unas sandalias de tacón muy alto, de pateo por el cauce del rio Turia descalza ida-vuelta, unos 15 km caminando de noche, lo repetí después desde Málaga, Rincón de la Victoria, por el paseo marítimo, entre céspedes desconocidos y algún palmeral, playas iluminadas ...espetos, ... hasta Torre del Mar.Uffff gracias por traer a mi mente tan maravillosos recuerdos.

Soy afortunado dijo...

Qué grande. Se me ha saltado una lagrimilla. Ojo que es adictivo.
Un abrazo.

Pez dijo...

SI SI SI SI SIIIIIIII
:)))))