25 de enero de 2013

Atardecer de coraje y cuernos.

El coraje no viene de mí, no! Ahora os cuento. Espero que los cuernos tampoco!
Supongo que muchos de vosotros, los locales, conocéis este pino:

Está en el Coll de Pouet, a los pies del Puig. Su peculiar forma te da una idea de lo que ha sufrido, de los vientos que como hoy habrá soportado mientras sentía la humillación de sus grandes pinos vecinos y de las mil y una vicisitudes en que las vida le habrá puesto.
Como a todos.
Cada uno nos vamos encontrando a cada paso nuestras piedras. Diferentes de las del vecino, más grandes o más pequeñas, pero el caso es que cada uno debe saltar las suyas.
Cuando esta tardé he pasado junto a él, he sentido más que nunca una punzada interna, algo que me espoleaba, que me empujaba y me motivaba a seguir, a subir, a correr, a no retroceder ante el viento, a no quejarme de mi tendón...
A saltar mis piedras.

Y así he llegado a la cima del Ponoig, acompañado sólo por mis pensamientos, y no he podido evitar ponerme a llorar. Tampoco es que quisiera evitarlo, pero como parece tan raro... Mis emociones se habían desatado sin freno.



¿Rabia por tanto tiempo de lesión sin disfrutar de una cima? No lo creo. Creo que he aprendido a conformarme con menos. O mejor dicho. Con otros objetivos.
Creo que ha sido solamente el ser consciente de que estaba "saltando esas piedras". Que estaba siendo feliz con este salto. Y que aunque me cayera, iba a seguir saltando y sonriendo. Hasta que me quede sin dientes. Estaba siendo consciente del deseo de que algún amigo estuviera allí corriendo conmigo para compartirlo. Estaba siendo consciente de las ganas que tenía de volver a mi casa para abrazar a mis hijos, para decirle a mi mujer lo que la quiero, para llamar a mis padres y preguntarles cómo estaban...De tantas cosas encerradas a veces sin sentido.
Y me pregunto, ¿por qué cuesta tanto encontrar la llave que abre esta caja de emociones?
Así que cuando he bajado y he vuelto a pasar junto al pequeño árbol, lo he abrazado y le he dicho gracias. Y he seguido adelante.
Lo siguiente que me he encontrado esa tarde ha sido simplemente espectacular. Maravilloso. Emocionante.
Creo que ya estaba allí antes de yo pasara. Pero hoy he sido más consciente que nunca.
Creo que hoy he vivido un día. No puedo decir lo mismo de otros muchos días.
Os lo intento resumir en unas cuantas fotos y un vídeo final.
Panos para gozar


ChupaChups lunar y sol cegador


Forat en Castellets, con cabritas y a disfrutar

Grácias árbol.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mientras las emociones sean buenas y creo que lo han sido VALE LA PENA EXPRESARLAS.
TE QUIERO.

Anónimo dijo...

A veces nos sentimos poderosos creemos que somos invencibles, casi inmortales pero entonces un golpe de realidad nos hace ver los fragiles e insignificantes que realmente somos. En ese momento sentimientos que creiamos banales surgen desde dentro de nosotros mismos para poner nuestros pies sobre la tierra y forjarnos como mejores personas.Puede que la cualidad que al final distingua a las buenas de las malas personas sea la capacidad de aprender de esos malos momentos. Aprovecha el tuyo