25 de abril de 2013

Trailwalker-IO 2013. La crónica

La salida fue en OLOT este sábado 20 de abril, pero la crónica de esta aventura podría empezar semanas o meses antes.
Quizás podría comenzar la madrugada en que subiendo a la Serragrosa suelto la idea de juntar de nuevo al equipo para recaudar fondos para IO y en minutos ya estaba todo en marcha.
O debería comenzar por cada una de las veces (en mi caso pocas y breves por la lata de las lesiones) que hemos ido saliendo a correr, con la excusa de entrenar pero con el único objetivo de disfrutar y compartir.
O cuando en los días previos a la salida cayeron de la expedición Pez y Jesús y rápidamente mi hermana y Tomás se sumaron sin dudar (y con pleno desconocimiento de lo que les esperaba) a este carro. Mil gracias de nuevo a los dos, sabéis que habéis hecho esto posible.
O cuando cada uno de vosotros le daba a la tecla de la donación, o compraba una papeleta de la rifa, o clicaba un "megusta" y difundía nuestro proyecto, hasta superar entre todos los 2000 euros recaudados.

Pero la comenzaré en Olot.
10am.


Varios miles de personas entre corredores, equipos de apoyo, organización y vecinos en torno al arco de salida. Pantallas con vídeos de anteriores ediciones, el speaker animando y agradeciendo a todos el esfuerzo realizado. Fuentes de agua al estilo de las que se instalan en los países destino de nuestra ayuda, para ayudarnos a ser conscientes de otra realidad.

La solidaridad que ha unido a todas estas personas se nota en el ambiente. Las muestras de cariño y ánimo por parte del público, felicitaciones por parte de senderistas o ciclistas que te cruzas a lo largo de la ruta, pancartas anónimas que jalonan el recorrido...Todo es diferente de un día normal. Y sin embargo, es tan fantástico.
Recuerdo especialmente una pancarta al poco de la salida, frente a una cafetería junto a la vía verde. Rezaba "Gracias a personas como vosotros, el mundo es mejor.". Pues quizás sí, qué leches. Y esto emociona.
Los primeros kilómetros son muy lentos (los últimos también lo serán pero por otros motivos). Caminamos unos junto a otros, hablamos, saludamos a otros equipos, bromeamos. La vía verde en estos primeros tramos va atravesando campos, cruza antiguos túneles, y alcanza la máxima cota de la carrera, unos escalofriantes 800 m.

Y tras poco más de 16 km llegamos al primer avituallamiento, en el pintoresco Sant Feliu de Pallerols.
Si no teníamos ninguna duda previamente, aquí fuimos enteramente conscientes de que teníamos uno de los mejores equipos de apoyo de la carrera. A los bocadillos que habíamos pedido, sobre una mesa plegable, se añadían lonchas de fuet de varios tipos, olivas, muslos de pollo y alitas calentitas, pan, ali-oli, patatas asadas, cervezas... Diossss, qué festín!
Ya sé que lo sabeis, Pilar y Tomás, pero quiero que quede aquí constancia, si llegamos fue gracias a vosotros.
Y seguimos. Nos costó mucho salir de ese avituallamiento pero seguimos adelante.
Mis dolencias se iban manteniedo a raya en estos primeros tramos. La cintilla y el glúteo diciendo desde el principio "hola qué tal", pero sin ir a más. Así que caminando-trotando, fuimos acumulando y pasando avituallamientos.
La ruta es lo que es. Una vía verde. Nada de desnivel. Y aunque al principio va atravesando campos, ríos, tuneles, pequeños bosques... poco a poco, y sobretodo en su trayecto final, irá con mucha frecuencia paralela a carreteras que le quitan cualquier encanto. Sin duda no es un motivo por el que repetir.

El punto clave de la carrera llegó justo en su punto medio. Avituallamiento de Bescanó, km 49.
De 6 personas en el equipo, pasamos a ser 8. Mr Buble vuelve a hacer honor a su apodo, y mis dos queridísimas ampollas de los talones, hacen acto de presencia. Al final decidí por la estrategia de la vaselina y cambio frecuente de calcetines desde el principio, y quizás por eso no aparecieron antes. Pero ya estaban allí. Eran pequeñas, pero quedaban 50 km por delante. El desánimo me agria por primera vez el carácter en la carrera. Siento enfado.
Mi repara-buble, Alvaro, se pone manos a la obra. Aunque se enfada cuando le digo que le pone más empeño que destreza, finalmente acaba dándome la razón. Hacemos un apaño y seguimos hasta Gerona, km 57 de carrera.

Parada en boxes: al podólogo.
Este servicio de podología, junto a fisioterapia, se ha puesto de moda en ultras bien organizadas  (yo al menos lo recuerdo en la primera Trailwalker del 2011 y en la Vuelta al Aneto 2010), y sin duda contribuyen a aumentar la frecuencia de finishers. Alvaro también entra a repostar por varias ampollitas en sus dedos, que se las reparan ante las ojipláticas estudiantes de podología frente semejante miembro.

Yo me he quedado frío, y mis músculos en los muslos, por delante de las caderas, se me quedan totalmente agarrotados y dolorosos. Me temo que como aquello vaya a más, no tendrá sentido seguir. Me encuentro en ese momento de los ultra en el que la cabeza empieza, con las cartas boca arriba, a decidir si seguir apostando o dejarlo. Tu cerebro empieza a sumar y restar (kilómetros, ampollas, dolores, opciones, motivos, lesiones futuras). Los supporters, siempre sonrientes y animosos, el momento PinkPanter, y un sabroso ibuprofeno de 600 mg inclinan de momento la balanza hacia adelante.
Si las cosas se quedan ahí, acabo.

Y salimos de Girona. Atravesamos la feria y nos quedamos con las ganas de echarle una ficha a los coches de choque.y pedir que nos pongan a Camela.

Andamos ahora mucho más que trotamos, que son algunos minutos testimoniales. Elias, que ha venido muy fuerte, empieza a aburrirse, Juanito sigue diesel sin problemas y cantarín, a Alvaro le empiezan los gemelos a decirle hola qué tal, y yo me mantengo, como suele decirse, estable dentro de la gravedad.
La luna llena nos permite no usar el frontal salvo en momentos muy puntuales, en los que presto estaba Juanito, con su H7 recién estrenado, a enchufarlo y cegarnos a todos. El resto no lo sacamos de la mochila en ningún momento.
La pista es fácil, y salvo porque la proximidad de la carretera hace que los coches nos deslumbren con frecuencia, se camina bien y tranquilo. Entre historias, chistes, canciones, estrellas... van pasando los kilómetros, 65,70, 75, 80... Los coloridos carteles de la Trailwalker nos anuncian cada 5 km lo que llevamos.

En el último avituallamiento, en Santa Cristina de Aro (km 91), los gemelos de Alvaro van muy agarrotados y casi ni paramos para no enfriarnos. Nos quedan pocos kilómetros para acabar y sabemos que vamos a ser finishers, sólo queda seguir y aguantar. Y así hacemos.
Entramos en San Feliu de Guixols con las primeras luces del alba.

Una solitaria meta, junto al puerto pesquero, se llena de los gritos y vítores de nuestros supporters, Pilar y Tomás, que nos esperan emocionados. Nos abrazamos todos. 
Hemos llegado a meta tras más de 20 horas. Entramos en el puesto 60.
El equipo supporters nos llevan a los "walking Dead" al refugio, y al poco se marchan de vuelta a Madrid (de nuevo mil gracias). 
Los demás dormitamos unas horas, y para despejarnos, nos damos un remojón en la piscina, y luego un buen homenaje culinario en el pueblo. Y así emprendemos el viaje de vuelta a nuestro nido.

Espero que cada uno se haya llevado lo que venía buscando:
En mi caso destaco lo siguiente:
A nivel humano, me quedo con la convivencia que se genera las intensas horas que se comparten. Gracias compañeros: Pilar, Tomás, Alvaro, Juanito y Elias. Además del recuerdo siempre presente de los que se quedaron con las ganas de disfrutarlo: Pez y Jesús. Tendremos más ocasión, seguro.
A nivel deportivo, aunque el reto está lejos de los ultratrail al uso, acabarlo me genera una satisfacción especial. Más de un año y medio sin hacer un ultra, lesiones, recaídas, abandonos de Javalambre y CSP,... han ido haciendo mella y siento como que me quito una espinita.
Y lo más importante, a nivel social, que hemos ayudado a recaudar 550.000 euros que alegrarán la vida a otras personas.
Me quedo con esto.
Gracias a todos y hasta otra.

2 comentarios:

Patricia dijo...

Menudas máquinas!!!!! Enhorabuena por lo deportivo y sobre todo por lo humano!!!! Bs.

jaimescolano dijo...

Vaya divertimenteisson... me gustaría estar en alguna, enveja sana. Birras se tercian