COCOON: el retorno.

Supongo que muchos de los de mi quinta recordaréis esta película, que volvía a contar las peripecias de unos "abueletes", quejosos y añosos, que tras bañarse en las terapéuticas aguas de una piscina con un meteorito, rejuvenecían, desaparecían sus dolencias y eran capaces de volver a hacer cosas que con el tiempo habían olvidado.

Traigo aquí este recuerdo porque una experiencia similar tuve anoche trotando por el barranc dels COCONS (que no cocoons).

El abuelete quejoso soy yo, desde hace tiempo.

Y es que lo yo a priori veía imposible, salir a trotar por un barranco técnico, con las molestias nuevas que venía arrastrando en la rodilla, a las 9:30 de la noche, con el sueño y cansancio que tenía acumulado, lo veía imposible. Y fueron 10 fantásticos kilómetros de trote.

¿Las aguas medicinales?

Las que se acumulan dentro de estas pequeñas oquedades del barranco (los cocons) no, os lo aseguro. Ese agua no hay quien se la beba (o sí, Jaime?)



Jaime y David G. en el interior de la mina



Sin duda fue la experiencia en sí misma lo que me hizo sentir tan bien y no tener molestias (hasta casi el final). La compañía, perfecta, con Jaime de anfitrión y David G y David C de acompañantes. La noche fantástica, con una temperatura ideal. El trayecto divertido: piedras, cocons, minas, sapo... La cena, bocata y cerveza, al llegar al coche, en la tranquilidad y oscuridad de la noche y la musiquita psicodélica de Jaime como telón de fondo...

Llego a las 12:30 a casa. Termina un día largo, muy cansado, pero de menos a más.

A ver el domingo...